El Centro Cultural España Córdoba tiene el agrado de presentar la muestra “más vanguardista” del destacado fotógrafo español Alberto García Alix. Curada por Ricardo Ramón Jarne, doctor en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza, la exhibición recorre 32 años de trabajo de Alix con las motocicletas como hilo conductor de toda su obra e incluye fotografías inéditas
García Alix (León, 1956) es uno de los fotógrafos con mayor proyección internacional; sus obras están presentes en las mejores colecciones de fotografía y museos del mundo. Tener su obra en las salas del CCEC es un verdadero lujo. Es de los pocos fotógrafos que mantiene la fotografía química en la actualidad, le obsesiona la pureza en el revelado en blanco y negro y no es partidario de los trucos, lo que dota su trabajo de una peculiar identidad visual.
Galardonado a lo largo de su carrera con premios españoles e internacionales, su obra se identifica como un documento social y personal. Nombrar a García Alix es, en primera instancia, remitirse a los icónicos primeros años de la transición española: en los 80 el fotógrafo se volvió protagonista de la documentación del movimiento cultural conocido como la “movida madrileña” marcada por el rock, el punk y el “destape”. Sus obras de esta época registran una convivencia convulsa y dan testimonio de la violencia, la noche, el sexo, los “piercings”, las motos, las drogas y los tatuajes.
Un Expresionismo Feroz viene a contar esa historia y su evolución hacia el protagonismo de los objetos por sobre las personas retratadas. La exposición nos adentra en el universo de García-Alix en un recorrido histórico a través de su obra. Una selección inédita que, incluyendo sus últimas conquistas estéticas, puede considerarse la más vanguardista del autor. Las fotografías de motos, son protagónicas en la exhibición y el hilo conductor de una ruta artística y de vida que incluye paisajes, retratos, autorretratos, edificios solitarios, donde Alix hace una “increíble, sincera y brutal introspección en sí mismo y en su mundo más íntimo”.
En palabras del propio Alix:
El fotógrafo educa su mirada y la mirada evoluciona, cambia. Empecé mirando de otra manera y con los años vas cambiando, te vas nutriendo de otras cosas. Siempre hay una evolución constante […] Cuando empecé con la fotografía yo retrataba a muchos amigos con sus máquinas. En aquella época no sabría ver nunca una foto así (como ahora), no miraba la sombra o el gigantismo de la máquina y su personalidad; miraba al hombre, al piloto. La máquina era una cosa que se poseía y yo miraba el retrato, aquí obvio el retrato del motorista, (busco) la reverberación de la moto, que puede ser una sombra. Es una reverberación sujeta a la velocidad y a la adrenalina, a lo que sujeta a una moto, la idea.
En palabras de Jarne:
< Las motos, las mujeres, la música, la noche, las drogas, la vida y la muerte, siempre han servido de inspiración a Alberto García-Alix. Las fotografías de motos particularmente se han constituido como un eje directriz de su obra, que es lo mismo que decir de su vida, y forman parte de su último libro publicado, titulado Moto. Desde las primeras instantáneas que tomó en 1975 durante una carrera de motocrós, hasta el año 2007. […].
La transformación entre las imágenes de los 80 y 90 y las de ahora es muy radical. En las imágenes más antiguas presenta autorretratos y retratos de personajes montados en sus máquinas, es la vida alrededor de las motos. Las motos, aunque aparezcan en primer término no quitan protagonismo a los personajes, al entorno, son un elemento importante, pero un elemento más. La moto se va convirtiendo en personaje, a través de su fragmentación. […] Las fotografías más actuales son, en sí mismas, la prueba palpable de la humanización de la moto.
La sombra, que es la representación del alma de la moto, es sólo visible con la acción de los rayos del sol o la iluminación de los faros de otras motos. Estas sombras, que son bidimensionales, se adaptan a la distorsión del pavimento irregular, de las aceras, de las alcantarillas, donde se proyectan creando con ellas una nueva figura tridimensional. Es una simbiosis que produce el efecto distorsionado y exagerado, propio del expresionismo, que causa la real equiparación y confrontación de la moto con el ser humano.
Motos y vida, motos y muerte. […] El objeto real se transforma por medio del uso de un expresionismo feroz, en alegoría, en sentimiento, en estado de ánimo; poco importa lo definido, lo presente; las motos, lo mismo que los edificios de París o de China, las siluetas de los árboles y las rejas, expresan condiciones extremas de soledad, de desamparo, son metáforas de abandono o de fuga.
Estas fotografías de una vida en moto se van intercalando con otras que son imprescindibles en la iconografía de Alberto García-Alix y en la iconografía de la fotografía española, y que han dejado imágenes eternas, que ya forman parte de la rica Historia de la Fotografía, representando desde dentro – Alix nunca fue una artista periférico – la realidad. En sus inicios, a finales de los setenta y los ochenta, realizó la magistral crónica fotográfica de la movida madrileña, movimiento que significó un cambio fundamental en la cultura de la sociedad española de la transición democrática, y que tuvo como protagonistas destacados a Pedro Almodóvar, Rossy de Palma, Fanny McNamara, Ceesepe, Hortelano, Alaska y otros muchos, magistralmente retratados por el artista. García-Alix podría haberse quedado allí, en una cómoda situación de referente imprescindible de una época, como muchos otros artistas de su entorno hicieron. Pero la comodidad no entra en la idiosincrasia de nuestro artista, él es un artista incómodo y provoca incomodidad. Alix ha marcado, en su trayectoria posterior, una distancia esencial, a la velocidad de la moto en una carretera sin curvas, con aquellas fotos. Su maestría continúa en el terreno oscilante del riesgo, de la inseguridad, del sobresalto, hasta hoy, con el descubrimiento de maravillosos y oscuros personajes de mirada intensa, de edificios nocturnos, de vegetaciones vivas pero muertas, pero sobre todo haciendo una increíble, sincera y brutal introspección en sí mismo y en su mundo más íntimo. Esta es la verdadera esencia del trabajo actual de García-Alix, su más inquietante hallazgo>.
A lo largo de su carrera ha recibido diversos premios nacionales e internacionales como el Premio Nacional de Fotografía (1999), el Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid (2004), el Premio PHotoEspaña (2012), y ha sido finalista en 2014 del Premio Deutsche Börse.
En 2012 fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y de las Letras de Francia. Desde principios de los 80, ha realizado numerosas exposiciones en espacios como Les Rencontres Internationales d’Arlès, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la parisina Maison Européenne de la Photographie, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC) y Tabacalera de Madrid, espacio gestionado por el Ministerio de Cultura español.
Como autor, ha publicado una docena de libros de fotografía y diversas obras audiovisuales donde narrativa e imagen se complementan. El libro de fotografías Moto (2015), editado por la editorial Cabeza de Chorlito –de la que es cofundador–, es el último de los libros que ha publicado. En él se recopila el trabajo fotográfico que ha realizado sobre la moto, desde finales de los setenta hasta la actualidad Como editor, cabe señalar también que fundó la revista de culto “El Canto de la Tripulación” (1989).
En 2017, con motivo del veinte aniversario de PhotoEspaña, la organización del festival ofrece a Alberto García-Alix una “carta blanca” como comisario para programar seis exposiciones.
García-Alix convoca para esta ocasión, bajo la temática de “lo sublime y lo heterodoxo”, a los fotógrafos Paulo Nozolino, Antoine d’Agata, Pierre Molinier, Teresa Margolles, y Karlheinz Weinberger y Anders Petersen, siendo la muestra de éste último la más visitada del festival que, por vez primera en sus veinte años de historia, consigue superar la cifra un millón de visitantes.
Entre sus últimos proyectos expositivos en solitario destacan “La razón de ser”, realizada en junio de 2017 en la Galería Juana de Aizpuru de Madrid, donde mostró más de una treintena de fotografías inéditas realizadas a lo largo de los últimos tres años.
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